Sobre los oficios creativos en la UCT y llevar el taller en la mochila

Imágenes de Benedicto López @benilopez

A finales del año pasado, camino a la primera versión de Fragua, contactamos a la carrera de Oficios Creativos de la Universidad Católica de Temuco. Estábamos en búsqueda de historias y publicaciones que fuesen una seña de cómo ha estado creciendo el mundo de los oficios en Chile, y crear una carrera dentro de una institución universitaria habla de una señal importante de hacia dónde se dirige esta área y qué necesidades está teniendo. 

“En lo que todos estamos al debe es en lo escrito”, nos dice Sibylle von Baer, directora de la carrera. “Yo creo que hemos dejado poco registro de lo que está pasando en Chile y del desarrollo local que eso significa”. Junto a Benedicto López, encargado de Comunicaciones de la Facultad de artes, arquitectura y diseño, en videollamada desde Temuco, nos compartieron de dónde surgió la idea de armar una carrera dedicada a los Oficios Creativos, cómo se pensó el currículum y de qué manera se plantea con una mirada al pasado, presente y futuro.

“Para todos es un quiebre de paradigma tener una carrera de oficios dentro de una universidad en La Araucanía, que es una zona donde hay muchos saberes, muchos materiales”. Benedicto, además del ámbito universitario, también se ha dedicado a realizar experiencias de marcas y publicidad, que percibe como un lenguaje muy tradicional, y lo contrasta con los procesos y miradas desde el oficio. “Es interesante lo que todos estos saberes pueden impactar en un nuevo sistema económico, porque si seguimos haciendo lo mismo de la misma manera, se consiguen los mismos resultados, ¿no?”


El paso de la pandemia rompió una estructura y dio vuelta los paradigmas anteriores: un eco al que todavía le estamos intentando hacer sentido hoy. El encierro, en Chile especialmente, donde fue restrictivo, intermitente y largo, generó que muchas personas buscaran otras formas de generar ingresos desde lo que podían hacer a mano. Coser, tejer, encuadernar, moldear, grabar; todos se volvieron caminos para crear cosas que pudiesen hacer y vender de forma directa, e ir cultivando un quehacer. “Ahí se quebró un modelo de monopolio de países productores. Se están generando narrativas que tienen que ver con lo local, lo lento, y creo que Latinoamérica tiene mucho que decir”, señala Benedicto.


Pero, ¿qué son los oficios?

“En inglés, la palabra es craft, y a mí me encanta que tiene el verbo, crafting”. Sibylle estudió Cerámica en Canadá buscando algo que no podía encontrar en Chile, que era cómo se materializan las ideas, ya en las carreras creativas –arte, arquitectura, diseño– hay mucho énfasis en lo proyectual, pero no tanto en cómo se llevan al mundo material. “Encuentro que eso es algo casi cultural: artesanando no existe, entonces nosotros le ponemos como ‘hacer manual’”.


Eso fue también lo que se encontró cuando la llamaron para dar clases en Diseño en la universidad. “Nos dimos cuenta de que los estudiantes no sabían cómo llevar los proyectos a la materia, pero que les gustaba mucho estar dentro de los talleres”. Si bien no había un plan que dirigiera hacia allá, había un interés entre los alumnos. Sumando que la universidad tiene un programa de artesanía y un interés de ver qué más se podía hacer con los oficios a nivel regional o nacional, surge la idea de armar la carrera. 

¿Por dónde empezar? 

 

“Revisamos muchos currículum, mallas e itinerarios formativos alrededor del mundo”. Varios programas en Europa fueron una referencia, desde la idea de la denominación de origen; es decir, hay un elemento de territorialidad per se que no se puede obviar. Así que, tomando referencias internacionales y aunando los puntos de vista y experiencia de varios docentes y profesionales que vienen de ámbitos distintos, fueron inventando cómo se vería un programa de oficios creativos inserto en Chile, en el sur, en la Araucanía. Tanteando entre experiencias, estudios e intuiciones, formaron un espacio académico para los oficios. Pensaron cuáles podrían ser las líneas más importantes para su estructura, que les diera a la vez una mirada crítica, un conocimiento material y una posición de futuro. 



“La gente viene de todas partes, pero el centro siempre es el taller”.



“Ponerle nombre fue difícil. Le pusimos ‘oficios creativos’ en el sentido del oficio en el mundo contemporáneo con una mirada creativa, que une lo tradicional y artesanal con el mundo más cotidiano o moderno”. Como resultado, surgió un programa construido sobre tres líneas: creativa, técnica y ética y emprendimiento. “La idea es que el estudiante, como profesional, después salga y tenga su taller en la mochila”, dice Sibylle. “Que pueda ir a cualquier parte del mundo y se pueda desarrollar en esto”.


Llevar el taller en la mochila


“El taller de oficios tiene siempre una naturaleza colaborativa”, responde Sibylle, cuando le comento lo generosos que son los espacios de oficios creativos. En las ferias, la gente se pasa el dato. ¿Dónde imprimes? ¿Cómo lo haces? ¿Dónde enmarcas? ¡Tengo un dato increíble! Dejan todo precioso. “Si bien los estudiantes vienen de un mundo individualista, al rato tienen que pedir una herramienta o trabajar con el técnico, o algo tan simple como, ‘pásame la esponja’. Eso genera redes sociales en el taller. Richard Sennett lo comenta como un espacio de vinculación social. Y eso es así. La gente viene de todas partes, pero el centro siempre es el taller”.

 

A muchos les llamaba la atención que estuviese dentro de sus enfoques el emprendimiento. “Todavía se piensa que el arte y las ventas no son compatibles”, comparten. “Pero no tiene sentido formar estudiantes en esto y que después no sepan cómo vivir de ello. No son cosas contrarias. Los estudiantes que tenemos acá, por ejemplo, van a poder proyectar, materializar y vender. Es como la búsqueda de la libertad, finalmente”, explica Sibylle. También importa para poder trabajar con otras personas, comenta Benedicto. “En una técnica, hay una sensibilidad de la persona que aprende. Yo nunca he sido aprendiz de técnica, pero me gusta trabajar con maestros artesanos. Para diseñar, uno tiene que percibir primero la habilidad y la estética en que se desarrolla algo para imaginarlo”.


“El creador de oficio, como le llamamos, es una cuestión única que tiene que ver con la manualidad y con la sensación; con el espíritu, con la cabeza, con todo el cuerpo frente a la materia”.


“Cuando estás en un taller, puedes aprender del otro: ¿cómo lo hace?”, continúa. “Creo que el oficio inmediatamente encanta con eso. Un maestro artesano que entrevistamos decía que la única manera de que nadie copie tu técnica, o que tu trabajo no se vuelva común, es desarrollando tus propias herramientas y puliendo tus formas”.


La ética, el entorno y el patrimonio


En el cruce entre lo tradicional y lo contemporáneo, una línea que los oficios constantemente rozan y tejen, se tocan las sensibilidades éticas. Estando ubicados en la región de La Araucanía, donde el 23,4% de la población es perteneciente a la etnia Mapuche, se vuelve vital el aprender cómo aproximarse a la cultura, lo simbólico, recursos e influencias de forma ética. “Somos muy cuidadosos con la artesanía simbólica mapuche y de otros pueblos originarios, y por eso fue muy importante poner asignaturas en cuanto a eso”.


 

A través del aprendizaje de los materiales, se hace una ventana hacia el reconocimiento de la región, de su entorno, materias primas y cultura: “Eso te hace ser responsable con tus recursos y tu entorno natural”, explica Sibylle, en el contexto de que, al entrar, la mayoría de los estudiantes no han tenido la oportunidad de conocer su región. En la carrera, trabajan y aprenden con maestros artesanos de distintos lugares, con raíces muy distintas, que se encuentran para generar un lenguaje nuevo con el que aproximarnos a la transformación material desde lo contemporáneo, con los códigos y problemáticas del hoy.


“La apropiación cultural redunda mucho en la artesanía, el oficio, el diseño, etcétera”, comenta Benedicto. Nos cuenta de Madame Mallet, una curadora mexicana, que en su podcast se refiere al tema. “Sí hay una contradicción muy profunda en usar ciertas simbologías y objetos, pero eso tiene que ver con el desarraigo del oficio. De tomar al maestro, el artesano, y tratarlo como una mano de obra. Y eso genera que en ese desarraigo haya incomprensión e ignorancia”.


La soberanía de los objetos

Ya hacia el final de nuestra conversación, cabe preguntar cuál es la mirada a futuro; ¿por qué formar personas en los oficios creativos? ¿Qué significa el espacio que crece en torno a los oficios contemporáneos?


Para Sibylle, como cabeza del proyecto, es la profundidad. “Que no sea un hacer por hacer, que no sea una moda". La pregunta es, ¿cómo hacer de esto un movimiento? “Ese es el desafío. Tenemos una responsabilidad con los estudiantes y con lo que estamos haciendo. Tiene un grado, quizás, de utopía, pero también una posibilidad real de desarrollo local”.


“Yo creo que esto es una opinión personal”, añade Benedicto, “pero nos quitan las manos. Desde la cultura se quita la independencia. Tiene que ver con la soberanía de los objetos, de tu cultura. Lo que está pasando en la escuela de oficios forma un precedente en Chile que quizás en otros países latinoamericanos es mucho más usual”.



Gracias a Sibylle y Benedicto por compartirnos su tiempo y visión. Para saber más sobre la carrera de Oficios Creativos, revisa su instagram (@oficioscreativos_uct) y web, y contáctalos para conocer a fondo su propuesta educativa.

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