NO MAN ’S LAND
La aniquilación del hombre en la punta del pincel
Entrevista a Carlos Araya Vargas, artista
"Tierra de nadie" se refiere a la tierra dividida en dos bandos, un lugar donde la gente no puede atacarse entre sí pero donde todo ha sido destruido.
“Considero que los artistas tienen una misión, que es de testimoniar; es así que yo considero mi misión. Es esencial que seamos observadores de la sociedad en la que vivimos. Mi investigación pictórica siempre ha estado ligada a la historia y creo que lo menos que puede hacer un artista es estar en sincronía con ésta. Eso es lo que intento, hacerla visible”.
Ese el credo de la obra de Carlos Araya Vargas, Carlanga, artista chileno residente en París desde hace un poco más de tres décadas. Un habitante trasantlántico con un pie, o ambos, entre dos países; si bien la noción de pertenencia no le calza, ni a su personalidad, ni a su estatuto administrativo. Conversamos con él, de su nueva exposición en París (que será presentada también en Chile) y la edición de su libro, No man’s land, esa tierra de nadie donde la locura destructiva del hombre no ha hecho más que eso, destruir al hombre.
En tus pinturas vacías las ciudades de sus habitantes, de donde surge la reflexión sobre la aniquilación del hombre por el hombre. ¿Cuéntanos el origen de este enfoque?
Para mí es importante dar testimonio de una ciudad destruida por la locura humana, donde sitúo al espectador fuera del lienzo y le muestro esta destrucción; es mi intención ponerle en el papel de espectador, pero también en el de responsable. Sin embargo, no verá ninguna figura humana en estos cuadros. No hay personas, sólo el resultado de la aniquilación del hombre por el hombre. No vemos el drama, en el sentido de que no hay drama humano, no hay muertes. No muestro la barbarie.
Por ejemplo, en mi serie Paysage Bucolique (Paisaje bucólico), que precedió a ésta, expresé mi visión distorsionada del paisaje actual, con un doble discurso, una doble lectura. Me propuse mostrar paisajes bellos pero con una víctima deambulando por cada uno de ellos, como una expresión de la aniquilación del hombre al eliminar su presencia.
Siempre he intentado renovar la perspectiva en la pintura, intentar mirar un poco más allá, y lo que hago hoy es el paisaje que vemos hoy. Es tan sencillo como eso, la construcción de un paisaje modelado, como ser humano.
¿Se puede testimoniar sobre una ciudad que nunca has visitado?
Por supuesto, solo tienes que sentirte concernido. Empecé la serie Alepo en 2017 porque me inquietaba mucho su destrucción. A menudo me han preguntado: "¿Ha estado alguna vez en Alepo? ¡No! Nunca he estado, como un poeta que nunca ha pisado la luna, pero nada le impide expresarse sobre ella.
No veo la necesidad de ir, de estar en los lugares, para dar testimonio de una situación que nos afecta y que me parece insoportable e injustificable.
... ¿Y cómo llegaste a expresar este paisaje destruido?
Un día, por casualidad, me encontré en la ciudad de Alepo en Google Maps, en la función en la que se puede pasear por las calles. Me dije que es una locura poder pasear virtualmente por una ciudad destruida, y esto me ayudó a verla como si yo mismo la hubiera filmado.
A pesar de mi fascinación por esta herramienta, me pareció una dicotomía, una ironía de la época que refleja la oposición real entre un mundo occidental que dispone de todos los medios con acceso a esta tecnología y una ciudad en vías de desaparición. Esto me pareció casi indecente.
En 2018 todavía se podía pasear por las ruinas, ahora se puede pasear por ciertos lugares que no están destruidos, pero eso significa que después de la devastación los cochecitos de Google habían pasado por la ciudad arrasada.
¿Son reproducciones de imágenes tomadas en la época?
Hay unos cuarenta cuadros en la serie Alepo. Transformé cada cuadro que hice. Tomé varias fotos diferentes y luego compuse mi propia imagen. No quiero que haya un lugar reconocible. Un habitante de Alepo no va a reconocer un lugar concreto de la ciudad. Intento transformarlo, en primer lugar para respetar los derechos de autor de los fotógrafos que tienen el valor de ir allí e informar de la situación, y en segundo lugar para dar mi propia visión de las cosas.
Todas estas imágenes de destrucción dan vueltas y vueltas. ¿Este flujo constante no nos vuelve en cierto modo indiferentes o nos anestesia?
La obra de los artistas tiene este principio de interpelar al público y llevarlo a cuestionar hechos existentes que a veces son deliberadamente invisibles. Aquí es donde la obra se vuelve interesante, y donde se desmarca de las imágenes repetitivas que circulan por las redes y en los vertiginosos newsfeeds, donde pasamos de una imagen pacífica a la destrucción de una ciudad con sólo deslizar un dedo.
Un muerto, un helado, un pollito peludo y otra ciudad destruida, y otro helado, una playa y un muerto; todo permanece al mismo nivel, mientras que en la producción artística se nos empuja a detenernos y reflexionar. No creo que hayamos ganado todavía, porque la gente es menos proclive a detenerse ante una imagen. Pero si lo conseguimos, comenzar esa reflexión, perfecto.
Mi investigación pictórica siempre ha estado ligada a la historia. Creo que lo menos que puede hacer un artista es trabajar sobre la historia contemporánea. Eso es lo que intento, hacerla visible.
En este contexto, ¿le concedes un valor especial al papel del pintor como testigo de su tiempo? ¿Cómo se explica en tu investigación artística?
Por eso empecé esta serie sobre el Alepo, porque para mí un artista del siglo XX tiene que investigar en profundidad y asumir el papel de testigo de la época en que vivimos. En mi obra, este fundamento ha estado presente desde el principio, cuando ya empecé a pensar en el paisaje y en cómo la locura humana lo estaba cambiando. Así pinté "La Moneda en Llamas", mi primer cuadro sobre una catástrofe, el bombardeo del palacio presidencial chileno el 11 de septiembre de 1973. Fue un cuadro que pinté en 1988, cuando sólo tenía 22 años; José Balmes me invitó a participar en esta gran exposición de la campaña del NO, que marcó el principio del fin de la dictadura de Pinochet.
Y ahora, cuando la ciudad de Fontenay-sous bois (en las afueras de Paris) me dio carta blanca para la exposición, No man’s land, mi querida esposa Sophie, tristemente fallecida, me dio la idea de combinar estas dos experiencias, Alepo y Santiago. Fue idea suya traer “La Moneda en Llamas”. Para ella, había que partir de este cuadro o rehacer una nueva versión con el objetivo de proporcionar un punto de partida para la exploración artística de la destrucción humana.
Así que decidí hacer una nueva versión, inicialmente Sophie me había aconsejado hacerla pequeña, pero decidí lo contrario, manteniendo casi las mismas dimensiones que el cuadro original. Con Sophie, trabajábamos juntos todo el tiempo, y por primera vez le dije, Sophie: "Tú serás la curadora", porque ella era la que siempre me daba ideas sobre cómo montar una exposición. Después de su muerte repentina y brutal, (11 de agosto 2023), decidí dedicarle una sala con sus obras para rendirle homenaje.
A ella le dedico toda esta obra.
Mi trabajo sobre esta zona sin ley, no es mi especialidad, pero obviamente en una guerra no hay derechos, o mejor dicho, no se respeta la ley. Desde que empecé la serie Alepo, ha habido guerra en Ucrania y ahora en Palestina. Está claro que las cosas no paran nunca. Son eventos caóticos y lamentablemente el paisaje es casi el mismo. Cuando ves las imágenes de la prensa de lo que está pasando hoy en Gaza, tienen semejanzas con la destrucción en Siria hace 5 años.
Desde París, estamos en el centro donde recibimos mucha información de todo el mundo y sentimos una preocupación humana por todo lo que ocurre más allá de nuestras fronteras. Sin embargo, creo que todos somos responsables, sobre todo en nuestros circuitos parisinos, que están un poco desconectados. Ponemos distancia con la realidad, pero de vez en cuando nos golpea.
Paola Martinez Infante